El cielo era de unos pocos: El hombre de las mil caras, de Alberto Rodríguez
Una película sobre el engaño parte de uno: se llama El hombre de las mil caras (2016), pero no trata de ningún artista del disfraz. No pierdan el tiempo, el personaje de Francisco Paesa siempre tendrá el rostro del gran actor catalán Eduard Fernández. No hay máscaras, no hay maquillaje, no hay nada. Una sola cara: la misma al decir la verdad, la misma al mentir. Por eso tampoco sabremos jamás cuánto de lo que dice es cierto y cuánto es charlatanería. Es parte de su trabajo, de su encanto y también una herramienta muy útil para sobrevivir: ser siempre el mismo. Imperturbable, frío, tremendamente calculador hasta en la manera de fumar. Paesa era un agente secreto del gobierno español.
Este filme de Alberto Rodríguez se basa en el libro del periodista Manuel Cerdán Paesa, el espía de las mil caras, publicado en 2005. Cerdán entrevistó a Paesa en París, décadas después de que se informó de su muerte en Bangkok. Aún seguía vivo, aún continuaba engañando a todo el mundo. Era y es su modus vivendi. Lo esencial nunca cambia. Como la expresión de la cara de Francisco Paesa.
El personaje, todo un antihéroe, era lo suficientemente atractivo para hacerlo protagonista de un filme que narrara su vida y milagros. Así que Alberto Rodríguez ha realizado con este material un thriller que mezcla ficción con hechos reales y que está diseñado como una montaña rusa de información, datos confidenciales, secretos, reuniones clandestinas, vuelos por Europa y Asía, espías, contraespías, traidores, dinero, fumadores y una hermosa sobrina que interpreta la modelo Alba Galocha. Buena parte del mérito de la narración –contada en primera persona por uno de los personajes, el piloto Jesús Camoes- es que seamos capaces de seguir el relato sin irnos por un camino ciego. Rodríguez, coautor del guion, entendió que la claridad era más importante que el acumulo de detalles y por eso, incluso, circunscribió las andanzas de Paesa al caso que involucró al exjefe de la guardia civil española, Luis Roldán, fugado del país en 1994 en medio de un escándalo político y policial sin precedentes. Paesa le ayudó en su huida a Francia.
Con el caso Roldán veremos de cerca la capacidad de manipulación de Paesa, la manera en que mueve los hilos del poder, las ventajas que saca de su conocimiento de las fuerzas secretas del gobierno, su enorme capacidad de manipulación. Siempre parece un notario honorable, nunca pierde la compostura, jamás da un paso sin saber hacia dónde se dirige. Roldán está en sus manos y él lo sabe. Lo que sigue es una historia en la que el suspenso es más psicológico que real, sensación a la que contribuye la excelente banda sonora de Julio de la Rosa, que parece el pulso acelerado de un hombre perseguido de cerca.
Desde la distancia que dan los años que han pasado y los kilómetros que nos separan de España El hombre de las mil caras es un thriller de intriga política realizado con eficacia. Nadie de los ahí descritos merecería nuestra confianza y estoy seguro que a no todos los españoles les ha gustado ver en pantalla grande las andanzas de un avivato como Paesa, un hombre que vivió cuando el cielo era de unos pocos. Quizá él no se lo merecía. Pero supo volar.
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