John Cassavetes: por un cine libre, independiente y feroz

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Un breve repaso a la carrera del padre del cine independiente, enfatizando su obra realizada en los años setenta.

“La actividad humana es a Cassavetes lo que el color es a Vincente Minnelli y el espacio es a Hitchcock. Es a la vez su centro de gravedad estético y moral, su lienzo y su instrumento más confiable”
-Kent Jones

Cassavetes rodaba como si apenas estuviera ensayando a hacer sus filmes. Como si estuviera en su casa con los actores –eran sus amigos, su esposa, sus familiares- y les dijera “Ensayemos esta escena. Hagámoslo acá en la sala, yo los filmo mientras tanto”. Y así lo hacía, con la cámara al hombro incómodamente cerca, con la inmediatez que da lo que se nos acaba de ocurrir, lo que hemos decidido entre todos hace un rato. Luego –quiero suponerlo- descubría que no tenía dinero para rodar en un estudio y entonces decidía utilizar las escenas que filmó en su casa. Y así hacía sus largometrajes. Lo importante no era el cuidado formal, lo importante para él era lo que ese celuloide era capaz de expresar: emociones, acciones, movimientos, gestos. Sombras, rostros, maridos, apostadores chinos, mujeres, corrientes de amor. Son palabras evocadoras, son –también- los nombres de algunas de sus películas.

Cassavetes actuaba en las películas de los demás para poder hacer las suyas. Por eso fue Johnny North en The Killers (1964), el remake que Don Siegel hizo del filme de Siodmak, por eso es uno de los protagonistas de El bebe de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968) de Roman Polanski, o por eso es uno de los Doce del Patíbulo (The Dirty Dozen, 1967) de Robert Aldrich; a eso se debe también que haya aparecido en cuanta serie de televisión le propusieron, desde Johnny Staccato hasta El virginiano. Eran proyectos y encargos “alimenticios”: tenía que comer y tenía que alimentar sus sueños de hacer su cine, tal como él lo entendía. Es famosa su intervención en el programa de radio de Jean Shepherd, Night People, donde era entrevistado a propósito de su actuación en la película Edge of the City (1957) de Martin Ritt. Cassavetes tenía un taller de drama en Manhattan y una de las improvisaciones que su grupo estaba haciendo bien podía traducirse en un film. Cassavetes dijo al aire que “¿No sería sensacional que fuera la gente la que pudiera hacer cine, en lugar de todos esos peces gordos de Hollywood que solo se interesan por el negocio, por cuánto va a recaudar la película y esas cosas?” – y más adelante: “Si la gente realmente quiere ver una película sobre la gente, debería contribuir con dinero”.(1) Los oyentes reunieron dos mil quinientos dólares para contribuir a hacer Sombras (Shadows, 1959), su primer largometraje.

Gena Rowlands ante la moviola y John Cassavetes

Gena Rowlands ante la moviola y  su esposo John Cassavetes

Muchos de sus propios proyectos se rodaban solo los fines de semana o de noche, pues en los demás días y horas, tanto el director como el reparto y el equipo técnico tenían que trabajar en otra cosa para poder subsistir. De ahí que una película suya podía demorar tres o cuatro años en estar lista. También rodaban en las calles, sin permiso de las autoridades, simplemente mezclando a los actores con los transeúntes habituales. Pareciera que con esas limitaciones para crear, su cine fuera ante todo una serie de improvisaciones, de ensayo y error sobre la marcha. Pero no. “El método de Cassavetes consistía en descubrir de qué trataba una película durante el proceso de escritura del guión, los ensayos y el rodaje, y seguir esos descubrimientos condujeran a donde condujesen” (2), nos explica Ray Carney, uno de los académicos más estudiosos de la obra de este director. No se trataba de improvisar, como erróneamente se piensa. Por el contrario es lo elaborado de sus guiones lo que le permite darle libertad a un autor –que por lo general participó en el proceso de escritura- para que saque a flote sus emociones y enriquezca su papel. “Creo que si un actor crea un personaje a partir de sus emociones y experiencias, debe poder hacer con ese personaje lo que quiera. Si lo que hace proviene de ahí, tiene que tener sentido”, explicaba Cassavetes.(3) Y eso era lo que él perseguía: la emoción auténtica, el estallido que no se puede fingir, el rugido imposible de predecir y controlar. Y él estaba ahí para registrar esa erupción emocional, esas chispas que se producían cuando sus actores, más que encontrarse, se enfrentaban. Por eso su cine es de sentimientos feroces, incontrolados e incontrolables; de mentes exaltadas y actos vehementes.

John Cassavetes

John Cassavetes

Cassevetes en los años setenta
Los cinco largometrajes que John Nicholas Cassavetes hace en los años setenta constituyen casi que su canon como autor. Empieza la década con Maridos (Husbands, 1970), sigue con Minnie and Moskowitz (1971), vienen luego sus dos obras maestras, Una mujer bajo la influencia (A Woman Under the Influence, 1974) y El asesinato de un corredor de apuestas chino (The Killing of a Chinese Bookie, 1976), para rematar de excelente forma con Opening Night (1977). Las cinco películas las escribió el. En tres de ellas él mismo actúa, tres son protagonizadas por su esposa Gena Rowlands; Ben Gazzara aparece en tres y Peter Falk también. Cuatro de ellas fueron producidas por su amigo Al Ruban. Así era su cine: algo autobiográfico, familiar, colectivo, una empresa común, un retrato coral. Un acto de fe.

En esos cinco filmes Cassavetes nos muestra a una serie de personajes llenos de contradicciones, en medio de unas crisis vitales (físicas y mentales) y conflictos internos que los hacen comportarse de manera errática y ambigua, huyendo de sí mismos de forma permanente. Son seres frágiles, que no responden a ningún esquema de conducta preestablecido (o por lo menos establecido por los parámetros del cine de Hollywood) y que colisionan permanentemente con los otros. Israel Paredes en el libro John Cassavetes: claroscuro americano aclara este concepto: “Los personajes realizan unas acciones, dicen unas palabras y tienen unas consecuencias, pero son variables, sin sentido, por lo que no se puede racionalizar nada; no hay una premeditación por su parte para intentar aclarar los motivos de esos comportamientos, de esas palabras: le basta con mostrarlo en toda su crudeza”. (4) Aunque se nota el amor de Cassavetes por sus creaciones, sin embargo su mirada es poco complaciente frente a ellos. Los deja ser, equivocarse y caer. No va a intervenir ni a redimirlos. Ellos mismos deben encontrar la salida, si es que la hay.

Maridos (Husbands, 1970)

Maridos (Husbands, 1970)

Maridos es la película más cercana a sus obras previas, como Sombras y, sobre todo Faces (1968), por la aparente anarquía de la puesta en escena. Sus tres protagonistas (Gazzara, Falk, Cassavetes, el trío dinámico) pueden ser irritantes por momentos en lo infantil de sus conductas y la volatilidad de sus decisiones. Los actores parecen estar exorcizando cada uno sus propios combates interiores y por eso Maridos duele tanto, por eso nos incomoda de esa forma.

Minnie and Moskowitz es lo más cercano a una historia de amor con tintes cómicos que Cassavetes hizo alguna vez. Dos seres en las antípodas laborales y sociales –solo tienen en común que les gusta Bogart- terminan encontrándose e intentando ser felices. Moskowitz está interpretado por Seymour Cassel, uno de sus actores más recurrentes y fieles, mientras Minnie es Gena Rowlands, la actriz con la que Cassavetes se casó en 1954. Precisamente sería ella quien protagonizaría Una mujer bajo la influencia, probablemente su película más conocida. La historia de una mujer que sufre de un trastorno psiquiátrico esquizoide y cuyo esposo debe aceptar que su padecimiento es real y que necesita hospitalización, está contada con enorme contundencia y dolor. Cassavetes no nos ahorra ningún detalle de este drama del que somos incapaces de despegar los ojos, así a veces los queramos tener cerrados.

Gena Rowlands en Una mujer balo la influencia

Gena Rowlands en Una mujer balo la influencia (1974)

Si bien las pugnas familiares habían sido hasta ahora el centro de sus dramas, El asesinato de un corredor de apuestas chino rompe con ese esquema y nos entrega su película más personal y probablemente una de las más logradas, pese a ser un fracaso de taquilla. No sé qué tanto era consciente Cassavetes que estaba haciendo cine de género, pero su descripción de ese club barato de striptease de Los Ángeles y de su propietario, Cosmo Vittelli (Ben Gazzara), es de lo más conmovedor que el cine nos ha mostrado alguna vez. Hay que ver cuánto cariño se despliega aquí, en el retrato del más patético de los personajes de su cine. De esas sombras pasaremos a la luz en Opening Night, una cinta con unos valores de producción mayores que los habituales, donde Rowlands interpreta a una actriz de teatro (la perfecta representación del mundo de Cassavetes) enfrentando varias contrariedades que la ponen contra la pared. En realidad, si nos fijamos bien, todos los personajes del cine de Cassavetes están contra la pared.

El asesinato de un corredor de apuestas chino (The Killing of a Chinese Bookie, 1976)

Estas cinco películas nos muestran a un artista que tenía fe absoluta en una utopía artística, concretada por él contra todo pronóstico. Le animaba su convicción de estar haciendo algo perdurable, algo resonante, algo que mostrara que sí era posible apostar por una bella quimera. John Cassavetes se fue el 3 de febrero de 1989, apenas a los 59 años. Sin embargo, su sueño de un cine independiente y libre, perdura. “La mayoría de los que trabajan para un estudio sólo quieren hacer películas que sean un éxito de crítica y de público. Ese no es mi objetivo. Mi lema es disfrutar, hacer algo que cuestione mis sentimientos o los de los demás, que los actores interpreten buenos papeles y que los personajes se expresen con cierta dignidad” (5), recordaba.

Referencias: 
1. Ray Carney, ed., Cassavetes por Cassavetes, Barcelona, Editorial Anagrama, 2004, pp. 78-79
2. Ibíd., p. 250
3. Ibíd., p. 251
4. Israel Paredes, John Cassavetes: claroscuro americano, Madrid, Ediciones JC, 2009, pp.102-103
5. R. Carney, ed., op cit., p. 467

Publicado en el catálogo del XIII Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia, págs.83-85
©Corporación Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia. Medellín, 2012

John Cassavetes, 1929 - 1989

John Cassavetes, 1929 – 1989

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