Alí, el elefante dormido: Cuando éramos reyes, de Leon Gast

Compartir:

Una inolvidable rueda de prensa tuvo lugar en el hotel Waldorf Astoria en Nueva York, en septiembre de 1974: “Me he peleado con un caimán. Es verdad, me he peleado con un caimán. Luché con una ballena. Esposé al relámpago, encarcelé al trueno. La semana pasada asesiné a una roca. Herí a una piedra. Hospitalicé a un ladrillo. Soy tan malo que enfermo a la medicina”, rugía ante los periodistas Muhammad Alí, sentado al lado de Don King, el inefable promotor de boxeo. ¿El motivo de esta convocatoria a los medios? Promocionar “The Rumble in the Jungle”, el combate que enfrentaría a Alí con el campeón de los pesos pesados, George Foreman y que tendría lugar en Kinshasa, la capital de Zaire, el día 25 de ese mes, precedido por tres días de un show musical sin precedentes: un concierto llamado Zaire´74 que contaría con la presencia en escena de James Brown, B.B. King, The Spinners, Miriam Makeba, y Celia Cruz con la Fania All-Stars, entre otros.

De todo esto –declaraciones exaltadas de Alí incluidas– nos enteramos gracias al documental Cuando éramos reyes (When We Were Kings, 1996), de Leon Gast, que hace la crónica de un evento deportivo que era mucho más que eso. Era el retorno de Muhammad Alí, ahora como contendor al título, tras derrotar a Joe Frazier; era una demostración musical y boxística del “black power” en tierra africana; era validar indirectamente al dictador Mobutu ante la comunidad internacional; era ganarse cinco millones de dólares cada boxeador por esta pelea.

Muhammad Alí en Zaire, 1974.

Muhammad Alí en Zaire, 1974.

Pero ante todo, era ver a Alí haciendo gala de su inveterada charlatanería, de su capacidad infinita de provocar, enardecer y a la vez convocar alrededor de su nombre y su figura. Ali boma ye, Ali boma ye (Ali, mátalo), gritaba la gente de Kinshasa a su paso, feliz de verlo, de reconocerlo y de sentirlo uno de los suyos. Él los consentía, se fotografiaba con ellos, resaltaba su coraje y valor frente a la adversidad. Con la prensa mundial era otro: cínico, buscapleitos, revanchista y bocón. Les daba de qué escribir y de qué hablar. George Foreman, era en cambio el personaje lejano, desconocido y distante que daba respuestas parcas y que vino acompañado de su mascota, un pastor alemán, cuya presencia ofendió a los lugareños: les recordó a los perros policías que los belgas utilizaron contra ellos cuando fueron colonia suya.

Don King, el presidente Mobutu y Muhammad Alí en Zaire

Don King, el presidente Mobutu y Muhammad Alí en Zaire

El estadounidense Leon Gast llegó hasta allá –contratado por Don King– para hacer un documental sobre Zaire´74, el festival musical que precedía al combate y que se conocería como el “Black Woodstock”. El documental iba a ser financiado por las entradas a los tres días de concierto, pero el dictador Mobotu, decretó que sería gratis. Además Foreman sufrió una cortada en el arco superciliar derecho durante uno de los entrenamientos y la pelea debió aplazarse hasta el 30 de octubre. Mientras Foreman sanaba, Gast decidió centrarse en la figura de Alí, acompañándolo en sus entrenamientos y en sus encuentros con el pueblo de Zaire, y documentar luego con más detalle el enfrentamiento boxístico. En un artículo publicado en la revista Vibe en marzo de 1997, Leon Gast declaraba que “Si la película se hubiera terminado según calendario, por allá en 1976, hubiera sido un filme musical con Alí y Foreman como personajes secundarios”. Pero le tomó más de dos décadas concluirla –hubo problemas de derechos con el gobierno de Liberia, que había financiado el proyecto, y con Don King, y luego innumerables dificultades económicas– y en el camino la música pasó a un segundo plano. La figura pública de Alí había crecido lo suficiente como para hacerlo protagonista.

Alí vs. Foreman, 30 de octubre de 1974.

Alí vs. Foreman, 30 de octubre de 1974.

Gast regresó de África con 280.000 pies de película en 16mm sin revelar enrollados en latas apiladas del techo al suelo, a lo largo de tres paredes de su apartamento neoyorquino. Empezó a trabajar como editor y documentalista en otros proyectos, como los dedicados a The Grateful Dead y the Hell’s Angels, para poder tener el dinero para montar todo ese material. Además su amigo y antiguo abogado, David Sonenberg, le dio un millón de dólares para completar su aventura africana. En 1994 UFA Films optó por los derechos del filme de Gast y exigió que el director Taylor Hackford se vinculara al proyecto. Este sugirió que se incluyeran entrevistas con el periodista George Plimpton y el novelista Norman Mailer –que estuvieron presentes durante la pelea– así como con el biógrafo de Alí, Thomas Hauser, y el cineasta Spike Lee. En enero del año siguiente UFA no renovó su opción y Gast presentó el filme en el Festival de Sundance buscando distribución y la encontró en Gramercy Pictures.

Ali vs. Foreman, 30 de octubre de 1974. (Foro AP/Ed Kolenovsky)

Ali vs. Foreman, 30 de octubre de 1974. (Foro AP/Ed Kolenovsky)

Cuando éramos reyes –aunque centrada en la figura de Alí- le da espacio a Foreman, Don King, los números musicales y obviamente la pelea en sí. Contar con Plimpton y Mailer como testigos directos le añade mucho sabor y drama al relato. Mailer escribió dos crónicas para Playboy sobre lo ocurrido y luego las expandió y las publicó en un volumen llamado El combate. Sus palabras en el documental están llenas de emoción, pero lean como describe el clímax de la pelea en este párrafo de El combate: “Luego un tremendo proyectil exactamente del tamaño de un puño dentro de un guante penetró hasta el centro mismo de la mente de Foreman, el mejor golpe de esa noche sorprendente, el golpe que Alí había guardado durante toda su trayectoria profesional. Los brazos de Foreman volaron hacia los lados. Doblado en dos, trató de alcanzar el centro del ring. Durante todo ese tiempo tenía los ojos puestos en Alí y lo miraba desde abajo, sin ira, como si Alí fuera en realidad el mejor hombre que conocía en el mundo y lo estuviera mirando el día de su muerte. El vértigo se apoderó de Foreman y lo hizo girar. Todavía doblado por la cintura en esa postura de incomprensión, manteniendo los ojos fijos en Mohamed Alí, empezó a tambalearse y a caer aun cuando no lo deseaba. Su mente quedaba sujeta por imanes en lo alto, mientras su título de campeón y su cuerpo buscaban el suelo. Cayó como un mayordomo de sesenta años y un metro ochenta de estatura que acaba de recibir trágicas noticias, sí, fue un largo derrumbamiento de dos segundos durante los cuales el campeón caía por partes mientras Alí daba vueltas alrededor de él, formando un círculo estrecho y con la mano preparada para pegarle una vez más, pero no hubo necesidad; fue una escolta completamente íntima hasta el suelo”.

Norman Mailet y Muhammad Alí. Fotografía de AP, 1965.

Norman Mailet y Muhammad Alí. Fotografía de AP, 1965.

El documental le hace honor a semejante descripción, haciendo una síntesis muy lograda de los ocho asaltos, enfatizando el estilo de Alí, la manera en que controló los rabiosos embates de Foreman y cómo lo atacó en el momento preciso. Los golpes finales están mostrados –y narrados- con gran urgencia y exaltación. Es cine hecho con mucha pasión y de un intenso impacto para el espectador, que se siente asistiendo en primera fila a un hecho deportivo histórico inédito, sobre todo porque todos pensaban, en el fondo, que Alí iba a ser derrotado. El actor africano Malik Bowens, entrevistado en el documental, afirmaba que “Muhammad Alí es como un elefante dormido. Uno puede hacer lo que quiera alrededor de un elefante dormido, lo que uno quiera. Pero cuando se despierta, pisotea todo”.

David Sonenberg, Alí, Foreman y Leon Gast durante la ceremonia del premi Oscar, 1997.

David Sonenberg, Alí, Foreman y Leon Gast durante la ceremonia del premio Oscar, 1997.

El 24 de marzo de 1997, Cuando éramos reyes recibió el premio Óscar al mejor documental. David Sonenberg y Leon Gast salieron a recibir las estatuillas de manos de Tommy Lee Jones y Will Smith. En el Shrine Auditórium de Los Ángeles, donde se llevaba a cabo la ceremonia, también estaban presentes George Foreman y Muhammad Alí. El primero aplaudía y sonreía feliz, el segundo aplaudía con dificultad, su rostro no expresaba emoción alguna. La enfermedad de Parkinson lo había convertido en un ser distante, mutista. Una sombra del ser tronante que fue. Leon Gast los invitó a subir al escenario y Foreman ayudó a Alí a subir las escaleras. Los dos gigantes estaban juntos de nuevo, bajo el aplauso atronador de un público que los ovacionaba de pie. Se encontraban otra vez bajo los reflectores pero ahora no para luchar entre sí, sino solamente para agradecer. Seguían siendo reyes.

Publicado en el suplemento “Generación” del periódico El Colombiano (Medellín, 12/06/16), págs. 12-13
©El Colombiano, 2016

©Todos los textos de www.tiempodecine.co son de la autoría de Juan Carlos González A.

when_we_were_kings-878919702-large

Compartir: