Hay algo muy raro en el agua: La dama en el agua, de M. Night Shyamalan
¿Qué se puede esperar de un director de cine a quien la revista Newsweek –en un acto de irresponsabilidad- calificó en el 2002 como “el siguiente Spielberg”? Probablemente que tarde o temprano fracase estrepitosamente. El artículo de Newsweek apareció publicado antes de que M. Night Shyamalan estrenara Señales (Signs, 2002), cuya calidad ya empezó a causar preocupación, una sensación que no se disminuyó cuando apareció La aldea (The Village, 2004) y que se refuerza con La dama en el agua (Lady in the Water, 2006), incursión más directa en el terreno de la fantasía. Quienes han confiado ciegamente en las bondades de este director de origen hindú por lo visto en El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999) –no se preocupen todos fuimos engañados por ese filme- se imaginan que están en presencia de un nuevo Rod Serling, el artífice de la añorada Dimensión desconocida (The Twilight Zone), y que cada nueva película es una suerte de capítulo inédito de la serie.
Dimensión desconocida –la serie original de televisión- nos presentaba una narración que en menos de treinta minutos jugaba con nuestras expectativas y nuestros miedos atávicos, mezclando misterio, suspenso y unos giros argumentales tan sorpresivos como sorprendentes. Pero esa combinación exitosa es difícil de reproducir y si bien M. Night Shyamalan ha contado con suerte, sus últimos trabajos están mostrándonos que, como en la fábula, el rey está desnudo.
Y ya que hablamos de fábulas, ese es el tono de La dama en el agua, por lo menos ese es el único tono con el que la película cobra algún sentido. Es la historia de Cleveland Heep (Paul Giamatti), el superintendente de un complejo de apartamentos en Filadelfia, sorprendido de encontrar en la piscina del lugar a Story (Bryce Dallas Howard), una… ¿sirena?. No. Una ninfa marina –una Narf – que ha venido de un mundo alterno –el mundo azul- para inspirarnos a los hombres, para que encontremos lo más profundo y significativo de cada ser, para que comprendamos que estamos aquí para cumplir una misión. Las mesiánicas intenciones de Story pueden echarse a perder si la atrapa un Scrunt, una criatura en forma de hiena con el lomo de césped, y le impide regresar a su mundo. Por fortuna los Scrunts le temen a los Tartutic, una especie de simios que la ayudan. Cleveland trata de ayudarla a regresar con la variopinta ayuda de los excéntricos inquilinos de la unidad, por primera vez unidos por una causa común.
No creo que nadie vaya a tomarse en serio la supuesta seriedad y las “profundas” intenciones de este filme. Es más, aún tratándose de un filme que apela a la fantasía es difícil creer en su relato y dejarse llevar por él. Hay algo absolutamente falso en su pretenciosidad, en su deseo de que aceptemos las condiciones narrativas que M. Night Shyamalan nos impone y que nos obligan –sin poder protestar- a tener fe en su cine. Falso profeta en busca de adoradores, debería primero intentar ganarse el respeto de su público y no seguir engañándolo con falsas promesas.
El australiano Christopher Doyle, fotógrafo habitual del cine de Wong Kar-wai, es el cinematografista de La dama en el agua. Lástima. Habría que advertirle de las malas compañías.
Publicado en la revista Arcadia no. 12 (Bogotá, septiembre/06) pág. 28
©Publicaciones Semana, S.A., 2006
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